lunes, 21 de junio de 2021

Verano

Horario de Misas

              (1 de junio a 30 de septiembre)             

  • Laborables (de martes a viernes): 20 h
  • Sábados y vísperas de fiestas: 20 h.
  • Domingos y festivos: 11 y 12 h.

El verano es un tiempo muy apropiado para fortalecer los vínculos familiares y de  amistades.  Normalmente el ritmo acelerado que llevamos durante el año, no propicia esa cercanía, sinceridad o diálogo de unos con los otros.

 ”Cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad (Laudato Si, 208)

“En la familia se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir «gracias» como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos algún daño. Estos pequeños gestos de sincera cortesía ayudan a construir una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea“. (LS 213)

 Pero el descanso tiene que enfocarse bien, de una forma sensata y moderada.  Como dice también el Papa Francisco en “Laudato Si”: “El verano es un tiempo para saborear  la belleza de lo que no está corrompido”.

Nos podemos enriquecer  cultural, personal y espiritualmente.

Con las visitas a otros lugares nuevos se aprende mucho de la cultura  de esos sitios.

Contemplemos la naturaleza que nos habla del Creador  y nos invitará también a la oración personal.

Revisemos  nuestra vida hasta ahora,  ponderando lo que es importante y programemos  la vida diaria para vivirla con  sentido de trascendencia.

Participar en la Eucaristía dominical tiene una  importancia especial.

 “El ser humano tiende a reducir el descanso contemplativo al ámbito de lo infecundo o innecesario, olvidando que así se quita a la obra que se realiza lo más importante: su sentido. Estamos llamados a incluir en nuestro obrar una dimensión receptiva y gratuita, que es algo diferente de un mero no hacer. Se trata de otra manera de obrar que forma parte de nuestra esencia. De ese modo, la acción humana es preservada no únicamente del activismo vacío, sino también del desenfreno voraz y de la conciencia aislada que lleva a perseguir sólo el beneficio personal……  Así, el día de descanso, cuyo centro es la Eucaristía, derrama su luz sobre la semana entera y nos motiva a incorporar el cuidado de la naturaleza y de los pobres“.(LS 237)

¡Feliz verano a todos!

                                                                                                                                A. Sevilla

 

 

viernes, 4 de junio de 2021

Hacer memoria de Jesús

Esta semana celebramos la fiesta del Corpus Christi y se nos brinda de nuevo una ocasión para profundizar en el significado de la fracción del pan y poner el acento en lo más importante: comulgar con la vida de Jesús, seguir su ejemplo, hacernos ‘pan partido’ para los demás.

 Jesús crea un clima especial en la cena de despedida que comparte con los suyos la víspera de su ejecución. Sabe que es la última. Quiere dejar bien grabado en su recuerdo lo que ha sido siempre su vida: pasión por Dios y entrega total a todos.

Esa noche lo vive todo con tal intensidad que, al repartirles el pan y distribuirles el vino, les viene a decir estas palabras memorables: «Así soy yo. Os doy mi vida entera. Mirad: este pan es mi cuerpo roto por vosotros; este vino es mi sangre derramada por todos. No me olvidéis nunca. Haced esto en memoria mía. Recordadme así: totalmente entregado a vosotros. Esto alimentará vuestras vidas».

Para Jesús es el momento de la verdad. En esa cena se reafirma en su decisión de ir hasta el final en su fidelidad al proyecto de Dios. Seguirá siempre del lado de los débiles, morirá enfrentándose a quienes desean otra religión y otro Dios olvidado del sufrimiento de la gente. Dará su vida sin pensar en sí mismo. Confía en el Padre. Lo dejará todo en sus manos.

Celebrar la eucaristía es hacer memoria de este Jesús, grabando dentro de nosotros cómo vivió él hasta el final. Reafirmarnos en nuestra opción por vivir siguiendo sus pasos. Tomar en nuestras manos nuestra vida para intentar vivirla hasta las últimas consecuencias.

Celebrar la eucaristía es, sobre todo, decir como él: «Esta vida mía no la quiero guardar exclusivamente para mí. No la quiero acaparar solo para mi propio interés. Quiero pasar por esta tierra reproduciendo en mí algo de lo que él vivió. Sin encerrarme en mi egoísmo; contribuyendo desde mi entorno y mi pequeñez a hacer un mundo más humano».

Es fácil hacer de la eucaristía otra cosa muy distinta de lo que es. Basta con ir a misa a cumplir una obligación, olvidando lo que Jesús vivió en la última cena. Basta con comulgar pensando solo en nuestro bienestar interior. Basta con salir de la iglesia sin decidirnos nunca a vivir de manera más entregada.

 

José Antonio Pagola