viernes, 31 de mayo de 2019

Acción de Gracias




El próximo domingo, dos de junio, celebraremos la Misa de acción de gracias por los veinticinco años de sacerdocio de nuestro párroco D. José Manuel Viña Gómez. Todos estamos invitados a acompañarle en esta celebración eucarística. 

Por eso, desde estas páginas, queremos pedir a Dios que su Espíritu inunde el alma de su sacerdote José Manuel como en el día de su ordenación. Que nunca deje de sentir, lo que sintió aquel primer día, que permanezca con el mismo celo y la misma voluntad de servirle, sirviendo a los demás. 

Haz Señor, que los que se acerquen a él sientan que se acercan a Ti y que por medio de él tocas sus vidas. Haz que sus palabras sean sólo las tuyas, que sus gestos sean los tuyos, que su vida sea fiel reflejo de la tuya. 


Que no tenga miedo al servicio, que sea tu testigo en nuestro tiempo, caminando por las sendas de la historia con tu mismo paso y haciendo el bien a todos. Que sea fiel a su compromiso, celoso de su vocación y de su entrega, claro espejo de la propia identidad y que viva con alegría el don recibido. 


La comunidad parroquial de S. Juan de Ávila queremos acompañarle en esta importante misión de hacer presente a Jesús en medio de nuestro mundo. 





domingo, 19 de mayo de 2019

El encuentro con Jesús en la Eucaristía



En estas fechas nuestra comunidad parroquial se viste de fiesta. Fiesta entrañable por tratarse de acompañar a nuestros niños en su primera comunión. Fiesta importante, porque lo más esencial de una comunidad cristiana es la Eucaristía. Por eso es necesario que nos paremos a reflexionar sobre su significado más profundo.

Todos los cristianos lo sabemos. La eucaristía dominical se puede convertir fácilmente en un "refugio religioso" que nos protege de la vida conflictiva en la que nos movemos a lo largo de la semana. Es tentador ir a misa para compartir una experiencia religiosa que nos permite descansar de los problemas, tensiones y malas noticias que nos presionan por todas partes.
A veces somos sensibles a lo que afecta a la dignidad de la celebración, pero nos preocupa menos olvidarnos de las exigencias que entraña celebrar la cena del Señor. Nos molesta que un sacerdote no se atenga estrictamente a la normativa ritual, pero podemos seguir celebrando rutinariamente la misa, sin escuchar las llamadas del Evangelio.
El riesgo siempre es el mismo: Comulgar con Cristo en lo íntimo del corazón, sin preocuparnos de comulgar con los hermanos que sufren. Compartir el pan de la eucaristía e ignorar el hambre de millones de hermanos privados de pan, de justicia y de futuro.
En los próximos años se van a ir agravando los efectos de la crisis mucho más de lo que nos temíamos. La cascada de medidas que se nos dictan de manera inapelable e implacable irán haciendo crecer entre nosotros una desigualdad injusta. Iremos viendo cómo personas de nuestro entorno más o menos cercano se van empobreciendo hasta quedar a merced de un futuro incierto e imprevisible.
Conoceremos de cerca inmigrantes privados de asistencia sanitaria, enfermos sin saber cómo resolver sus problemas de salud o medicación, familias obligadas a vivir de la caridad, personas amenazadas por el desahucio, gente desasistida, jóvenes sin un futuro nada claro... No lo podremos evitar. O endurecemos nuestros hábitos egoístas de siempre o nos hacemos más solidarios.
La celebración de la eucaristía en medio de esta sociedad en crisis puede ser un lugar de concienciación. Necesitamos liberarnos de una cultura individualista que nos ha acostumbrado a vivir pensando solo en nuestros propios intereses, para aprender sencillamente a ser más humanos. Toda la eucaristía está orientada a crear fraternidad.
No es normal escuchar todos los domingos a lo largo del año el Evangelio de Jesús, sin reaccionar ante sus llamadas. No podemos pedir al Padre "el pan nuestro de cada día" sin pensar en aquellos que tienen dificultades para obtenerlo. No podemos comulgar con Jesús sin hacernos más generosos y solidarios. No podemos darnos la paz unos a otros sin


José Antonio Pagola