viernes, 29 de diciembre de 2017

Bendición para el Nuevo Año


Que tu mirada gane en hondura y detalle
para que puedas ver más claramente
tu propio viaje con toda la humanidad
como un viaje de paz, unidad y esperanza.

Que seas consciente de todos los lugares
por los que caminas y vas a caminar en el nuevo año,
y que conozcas , por experiencia, qué bellos son los pies
del mensajero que anuncia la paz y la buena noticia.

Que no tengas miedo a las preguntas
que oprimen tu corazón y tu mente;
que las acojas serenamente y aprendas a vivir con ellas
hasta el día en que todo se remanifieste y sepa.

Que des la bienvenida con una sonrisa
a todos los que estrechan tu mano:
las manos extendidas forman redes de solidaridad
que alegran y enriquecen con su presencia protectora.

Que sea tuyo el regalo de todas las cosas creadas;
que sepas disfrutarlas a todas las horas del día;
y que te enfrentes, con valentía y entusiasmo,
a la responsabilidad de cuidar la tierra entera.

Que el manantial de la ternura y la compasión
mane sin parar dentro de ti, noche y día,
hasta que puedas probar los gozos y las lágrimas
de quienes caminan junto a ti, tus hermanos.

Que despiertes cada mañana sereno y con brío,
con la acción de gracias en tus labios y en tu corazón,
y que tus palabras y tus hechos, pequeños o grandes,
proclamen que todo es gracia, que todo es don.

Que tu espíritu esté abierto y alerta
para descubrir el querer de Dios en todo momento;
y que tu oración sea encuentro de vida, de sabiduría
y de entendimiento de los caminos de Dios para ti.

Que tu vida este año, cual levadura evangélica,
se mezcle sin miedo con la masa
y haga fermentar la Iglesia y el mundo en que vivimos,
para que sean realmente nuevos y tiernos.

Y que la bendición del Dios que sale a tu encuentro,
que es tu roca, tu refugio, tu fuerza, tu consuelo
y tu apoyo en todo momento, lo invoques o no,
descienda sobre ti y te guarde de todo mal.

Florentino Ulibarri




domingo, 24 de diciembre de 2017

Navidad

LA NOSTALGIA DE LA NAVIDAD - José Antonio Pagola

La Navidad es una fiesta llena de nostalgia. Se canta la paz, pero no sabemos construirla. Nos deseamos felicidad, pero cada vez parece más difícil ser feliz. Nos compramos mutuamente regalos, pero lo que necesitamos es ternura y afecto. Cantamos a un niño Dios, pero en nuestros corazones se apaga la fe. La vida no es como quisiéramos, pero no sabemos hacerla mejor.

No es solo un sentimiento de Navidad. La vida entera está transida de nostalgia. Nada llena enteramente nuestros deseos. No hay riqueza que pueda proporcionar paz total. No hay amor que responda plenamente a los deseos más hondos. No hay profesión que pueda satisfacer del todo nuestras aspiraciones. No es posible ser amados por todos.

La nostalgia puede tener efectos muy positivos. Nos permite descubrir que nuestros deseos van más allá de lo que hoy podemos poseer o disfrutar. Nos ayuda a mantener abierto el horizonte de nuestra existencia a algo más grande y pleno que todo lo que conocemos. Al mismo tiempo, nos enseña a no pedir a la vida lo que no nos pueda dar, a no esperar de las relaciones lo que no nos pueden proporcionar. La nostalgia no nos deja vivir encadenados solo a este mundo.

Es fácil vivir ahogando el deseo de infinito que late en nuestro ser. Nos encerramos en una coraza que nos hace insensibles a lo que puede haber más allá de lo que vemos y tocamos. La fiesta de la Navidad, vivida desde la nostalgia, crea un clima diferente: estos días se capta mejor la necesidad de hogar y seguridad. A poco que uno entre en contacto con su corazón, intuye que el misterio de Dios es nuestro destino último.

Si uno es creyente, la fe le invita estos días a descubrir ese misterio, no en un país extraño e inaccesible, sino en un niño recién nacido. Así de simple y de increíble. Hemos de acercarnos a Dios como nos acercamos a un niño: de manera suave y sin ruidos; sin discursos solemnes, con palabras sencillas nacidas del corazón. Nos encontramos con Dios cuando le abrimos lo mejor que hay en nosotros.

A pesar del tono frívolo y superficial que se crea en nuestra sociedad, la Navidad puede acercar a Dios. Al menos, si la vivimos con fe sencilla y corazón limpio.



miércoles, 6 de diciembre de 2017

Adviento

“Es el tiempo que nos es dado para acoger al Señor que viene a nuestro encuentro, para verificar nuestro deseo de Dios, para mirar hacia delante y prepararnos al retorno de Cristo.
Él volverá a nosotros en la fiesta de la Navidad, cuando haremos memoria de su venida histórica en la humildad de la condición humana, pero que viene a nosotros cada vez que estamos dispuestos a recibirlo. 
La persona que pone atención es la que, a pesar del rumor del mundo, no deja de abrumarse por las distracciones o la superficialidad, sino que vive de manera plena y consciente, con una preocupación dirigida ante todo a los demás.
La persona atenta se dirige también al mundo, buscando contrastar la indiferencia y la crueldad presentes en ella, y alegrándose por los tesoros de belleza que también existen y deben ser cuidados.
La persona vigilante es la que no se deja vencer por el sueño del desánimo, de la falta de esperanza, de la desilusión y al mismo tiempo rechaza la solicitud de tantas vanidades de las que desborda el mundo y detrás de las cuales, a veces, se sacrifican tiempo y serenidad personal y familiar.
No vaguemos perdidos en nuestros pecados e infidelidades y recorramos la buena vía, la de la fe y el amor”.
Papa Francisco 


sábado, 4 de noviembre de 2017

Intenciones del Papa por los desafíos de la humanidad

 

noviembre 2017

Por la evangelización: «Por los cristianos de Asia, para que, dando testimonio del Evangelio con sus palabras y obras, favorezcan el diálogo, la paz y la comprensión mutua, especialmente con aquellos que pertenecen a otras religiones.»

Oración
Dios, nuestro Padre,
que nos enseña a vivir la fe
en la coherencia entre nuestras palabras y nuestras obras,
entre lo que profesamos y lo que vivimos.

Ayúdanos a vivir radicalmente el espíritu del Padre Nuestro,
en que nos damos cuenta que todos somos hermanos
y, por ello, invitados al compartir y al diálogo.

En este mes en particular,
te pedimos por los cristianos en Asia,
que en muchos países son una minoría,
para que sean siempre creadores de puentes
entre las diversas tradiciones religiosas en las sociedades en que viven,
testimoniando la caridad del Evangelio a través de su vida.


Desafíos para o mes
  • Rezar por los cristianos en Asia, en particular en los países en que son minorías, para que siempre se les reconozca la libertad religiosa y la paz.
  • Buscar conocer mejor la realidad del cristianismo en Asia, su diversidad y riqueza, en particular el entusiasmo evangélico de estas Iglesias más jóvenes.
  • En el propio ambiente, buscar conocer a personas de tradiciones religiosas diferentes, conocer sus hábitos, acciones y establecer buenas relaciones, que lleven a alguna cooperación para bien de la sociedad.


  

viernes, 20 de octubre de 2017

Domund


El domingo 22 de octubre se celebra la Jornada Mundial de las Misiones, el DOMUND, con el lema:
 “Sé valiente, la misión te espera“.  

El DOMUND es una Jornada universal que se celebra cada año en todo el mundo, el penúltimo domingo de octubre, para apoyar a los misioneros en su labor evangelizadora, desarrollada entre los más pobres.

Es, además, una llamada a la responsabilidad de todos los cristianos en la evangelización. Es el día en que la Iglesia lanza una especial invitación a amar y apoyar la causa misionera.






sábado, 7 de octubre de 2017

Nuestro Pentecostés

Este grupo de jóvenes de nuestra parroquia recibirá hoy el sacramento de la Confirmación de manos del Vicario D. Emilio Menéndez. La celebración tendrá lugar a las siete de la tarde en nuestro templo parroquial.


 

Con este manifiesto, quieren expresar su compromiso cristiano.

Nosotros

  • Queremos dar respuesta a la llamada de Dios y ser responsables de nuestro mundo.
  • Queremos vivir comprometidos en la construcción del reino de Dios.
  •     Queremos ser generosos y servir a los demás.
  • Queremos ser hermanos de todos y compartir lo que somos y tenemos.
  • Queremos poner nuestra esperanza en Jesus, vivo por siempre, porque Él es el único camino, toda la verdad y nuestra vida. 


 

Derechos de los trabajadores y los desempleados





Ante el actual desarrollo de la economía y la dificultad que atraviesa la actividad laboral, es necesario reafirmar que el trabajo es una realidad esencial para la sociedad, para las familias y para los individuos. El trabajo, en efecto, concierne directamente a la persona, su vida, su libertad y su felicidad. El valor principal del trabajo es el bien de la persona humana, porque la realiza como tal, con sus actitudes y capacidades intelectivas, creativas y manuales. De aquí deriva que el trabajo no tiene solamente una finalidad económica y de ganancia, sino sobre todo una finalidad que implica al hombre y su dignidad. La dignidad del hombre está vinculada al trabajo. He escuchado a algunos jóvenes obreros que están sin trabajo, y me han dicho esto: «Padre, en casa —mi esposa, mis hijos— comemos todos los días, porque en la parroquia, o en el club, o en la Cruz Roja nos dan de comer. Pero, Padre, yo no sé lo que significa traer el pan a casa, y tengo necesidad de comer, pero necesito tener la dignidad de llevar el pan a casa». ¡Y esto es el trabajo! Y si falta el trabajo se lastima esta dignidad. Quien está desocupado o subempleado corre el peligro, en efecto, de ser colocado a los márgenes de la sociedad, de convertirse en una víctima de la exclusión social. Muchas veces sucede que las personas sin trabajo —pienso sobre todo en los numerosos jóvenes actualmente desempleados— caen en el desaliento crónico o, peor, en la apatía.
¿Qué podemos decir ante el gravísimo problema de la desocupación que afecta a diversos países europeos? Es la consecuencia de un sistema económico que ya no es capaz de crear trabajo, porque ha puesto en el centro a un ídolo, ¡que se llama dinero! Por lo tanto, los diversos entes políticos, sociales y económicos están llamados a favorecer un planteamiento distinto, basado en la justicia y en la solidaridad. Esta palabra, en este momento, corre el riesgo de ser excluida del diccionario. Solidaridad: parece como una palabra fea. ¡No! La solidaridad es importante, pero este sistema no la quiere, prefiere excluirla. Esta solidaridad humana que asegura a todos la posibilidad de desempeñar una actividad laboral digna. El trabajo es un bien de todos, que debe estar al alcance de todos. La fase de grave dificultad y desocupación se debe afrontar con los instrumentos de la creatividad y la solidaridad. La creatividad de empresarios y artesanos valientes, que miran al futuro con confianza y esperanza. Y la solidaridad entre todos los componentes de la sociedad, que renuncian a algo, adoptan un estilo de vida más sobrio, para ayudar a quienes se encuentran en una condición de necesidad.

Queridos hermanos y hermanas, no dejéis jamás de esperar en un futuro mejor. Luchad por esto, luchad. No os dejéis atrapar por el vórtice del pesimismo, ¡por favor! Si cada uno hace lo que le corresponde, si todos ponen siempre en el centro a la persona humana, no el dinero, con su dignidad, si se consolida una actitud de solidaridad y compartir fraterno, inspirada en el Evangelio, se podrá salir del pantano de una estación económica y laboral ardua y difícil. 
FRANCISCO
DISCURSO A LOS DIRIGENTES Y OBREROS DE LAS FÁBRICAS DE ACERO DE TERNI
Y A LOS FIELES DE LA DIÓCESIS DE TERNI-NARNI-AMELIA


viernes, 8 de septiembre de 2017

Comenzamos un nuevo curso


Avisos:
  • Los lunes se suprime la Misa de la tarde.
  • En octubre se reanuda la Misa dominical de las 13 h. y la misa vespertina de los días laborables y vísperas de fiesta a las 19 h.
  • La catequesis comienza la 3ª semana de octubre.
En los apartados Horarios y Catequesis se ofrece información más detallada.


https://www.youtube.com/watch?v=ryU1ndd02ZI

El sábado, 7 de octubre, a las 19 h. un grupo de chicos y chicas de nuestra parroquia va a recibir el sacramento de la Confirmación. 

Presidirá la celebración el vicario de la zona Avilés-Occidente, D.Jesús Emilio Menéndez Menéndez. 

Os invitamos a todos a participar en esta celebración y a acompañar a estos jóvenes en ese día tan importante para ellos.








miércoles, 30 de agosto de 2017

Novena de la Santina-Año Jubilar 2017-18


Novena

  El Poderoso ha hecho obras grandes por mí.
Los evangelistas presentan a la Virgen con rasgos que pueden reavivar nuestra devoción a María, la Madre de Jesús. Su visión nos ayuda a amarla, meditarla, imitarla, rezarla y confiar en ella con espíritu nuevo y más evangélico.
María es la gran creyente. La primera seguidora de Jesús. La mujer que sabe meditar en su corazón los hechos y las palabras de su Hijo. La profetisa que canta al Dios, salvador de los pobres, anunciado por él. La madre fiel que permanece junto a su Hijo perseguido, condenado y ejecutado en la cruz. Testigo de Cristo resucitado, que acoge junto a los discípulos al Espíritu que acompañará siempre a la Iglesia de Jesús.
Lucas, por su parte, nos invita a hacer nuestro el canto de María, para dejarnos guiar por su espíritu hacia Jesús, pues en el "Magníficat" brilla en todo su esplendor la fe de María y su identificación maternal con su Hijo Jesús.
María comienza proclamando la grandeza de Dios: «mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava». María es feliz porque Dios ha puesto su mirada en su pequeñez. Así es Dios con los sencillos. María lo canta con el mismo gozo con que bendice Jesús al Padre, porque se oculta a «sabios y entendidos» y se revela a «los sencillos». La fe de María en el Dios de los pequeños nos hace sintonizar con Jesús.
María proclama al Dios «Poderoso» porque «su misericordia llega a sus fieles de generación en generación». Dios pone su poder al servicio de la compasión. Su misericordia acompaña a todas las generaciones. Lo mismo predica Jesús: Dios es misericordioso con todos. Por eso dice a sus discípulos de todos los tiempos: «sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso». Desde su corazón de madre, María capta como nadie la ternura de Dios Padre y Madre, y nos introduce en el núcleo del mensaje de Jesús: Dios es amor compasivo.
María proclama también al Dios de los pobres porque «derriba del trono a los poderosos» y los deja sin poder para seguir oprimiendo; por el contrario, «enaltece a los humildes» para que recobren su dignidad. A los ricos les reclama lo robado a los pobres y «los despide vacíos»; por el contrario, a los hambrientos «los colma de bienes» para que disfruten de una vida más humana. Lo mismo gritaba Jesús: «los últimos serán los primeros». María nos lleva a acoger la Buena Noticia de Jesús: Dios es de los pobres.
María nos enseña como nadie a seguir a Jesús, anunciando al Dios de la compasión, trabajando por un mundo más fraterno y confiando en el Padre de los pequeños.
J. A. Pagola

lunes, 28 de agosto de 2017

Descanse en paz

Hoy a las cinco y media de la tarde, en nuestro templo parroquial ha tenido lugar el funeral por el eterno descanso del que fuera nuestro párroco, D. Antonio Rodríguez Villasonte.

La celebración eucarística, presidida por el señor arzobispo, reunió a sacerdotes y fieles que juntos elevamos a Dios una plegaria por su eterno descanso y una acción de gracias por su vida sacerdotal.

Como D. Jesús Sanz nos recordó en la homilía, D. Antonio fue un cura que sabía a lo que sabe Dios.

Descanse en paz.  

viernes, 21 de julio de 2017

Peregrinar

En pocos años ha crecido de manera insospechada el número de gentes, sobre todo jóvenes, que recorren “el camino de Santiago”. No es fácil saber a qué se debe exactamente tal atracción. Peregrinar es mucho más que hacer deporte o vivir una aventura. Mucho más que emprender un viaje turístico o recorrer una ruta cultural. ¿Qué buscan quienes se ponen en camino hacia Santiago?
El camino ha sido desde muy antiguo un símbolo empleado para significar la vida humana. Vivir es caminar, dar pasos, marchar hacia el futuro. Lo dijo de forma bella Jorge Manrique en sus famosas Coplas:
“Partimos cuando nacemos andamos mientras vivimos y llegamos al tiempo que fenecemos así que cuando morimos descansamos”.
Quien peregrina largas horas fácilmente comienza a repensar su vida de peregrino por esta tierra.
El camino es siempre marcha hacia adelante: ¿hacia dónde? El peregrino se pone en camino por algo: ¿qué le anima a emprender la marcha? Sin meta no hay camino sino un ir de una parte a otra vagando sin sentido. Sólo la meta convierte el recorrido en camino. Sólo la meta da sentido a los esfuerzos de cada día. La pregunta es inevitable: ¿cuál es la meta de la vida?, ¿hacia dónde hemos de encaminar nuestros pasos?
Siempre se emprende el camino con esperanza y cierto temor, con confianza y con incertidumbre. Es necesario andar el camino acertado, no extraviarse, no seguir caminos equivocados. Así sucede también en la vida. Hemos de encontrar nuestro propio camino: ¿qué quiero hacer con mi vida?, ¿a qué quiero dedicarla? La grandeza de una persona se mide por la meta a que aspira y por el ideal que moviliza sus esfuerzos. Sólo cuando sigue su vocación personal, sale el joven de la indefinición y del gregarismo.
Con el paso de los días, la peregrinación se va convirtiendo en escuela que permite ahondar en lo esencial de la vida. El cansancio, la marcha en silencio, la perseverancia en el esfuerzo van conduciendo al peregrino hacia el fondo de su corazón. Es entonces cuando pueden brotar las preguntas esenciales: ¿No es Dios la meta última del ser humano? ¿No es la vida un peregrinar hacia nuestra patria verdadera? ¿No es Cristo el camino que hemos de seguir para encontrarnos con el Padre?
La llegada a Santiago, el encuentro con el apóstol testigo del Señor, la acción de gracias a Dios, la súplica callada, la reconciliación sacramental y la participación en la eucaristía puede culminar una experiencia religiosa renovadora como pocas.


J.A.Pagola

 

lunes, 19 de junio de 2017

II Marcha Familiar Villa de Avilés

Marcha Familiar Villa de Avilés

 

El domingo 25 de junio, a las 11 horas, quien lo desee puede formar parte de la segunda Marcha Familiar ‘Villa Avilés, bajo el lema 'Camina por una causa justa'. Por tres euros, destinados íntegramente a Cáritas Asturias, los participantes recibirán dorsal y avituallamiento.
Con amigos, en familia, con compañeros de trabajo, de estudios, con niños, con animales... una caminata de la camaradería y el buen ambiente con un propósito común: ayudar.

 

 

 

INSCRIPCIÓN (3€ destinados íntegramente a Cáritas Avilés)


No te quedes sin dorsal. Descarga AQUÍ tu hoja de inscripción, rellénala y llévala al Centro Comercial El Atrio de 10 a 13:30 horas y de 16:30 a 20:00 horas, desde el martes 13 de junio.

DORSAL CERO
Si quieres colaborar pero no puedes participar en la marcha, puedes hacer tu donativo a través del Dorsal Cero, aportando la cantidad que mejor consideres a través de la cuenta de LA CAIXA: 2100 8683 40 0200010383 indicando en el concepto "Marcha Avilés". 

RECORRIDO
6 km salida del Centro Niemeyer, recorrido urbano por la ciudad y llegada de nuevo al Centro Niemeyer. [Ver recorrido]

viernes, 16 de junio de 2017

Corpus Christi

Domingo 18 de junio - Ciclo A -

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,51-58):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

Palabra del Señor



Comentario J.A. Pagola

 ESTANCADOS

El​ ​Papa​ ​Francisco​ ​está​ ​repitiendo​ ​que​ ​los​ ​miedos,​ ​las​ ​dudas,​ ​la​ ​falta​ ​de​ ​audacia...​ ​pueden
impedir​ ​de​ ​raíz​ ​impulsar​ ​la​ ​renovación​ ​que​ ​necesita​ ​hoy​ ​la​ ​Iglesia.​ ​En​ ​su​ ​Exhortación​ ​“La
alegría​ ​del​ ​Evangelio”​ ​llega​ ​a​ ​decir​ ​que,​ ​si​ ​quedamos​ ​paralizados​ ​por​ ​el​ ​miedo,​ ​una​ ​vez​ ​más podemos​ ​quedarnos​ ​simplemente​ ​en​ ​“espectadores​ ​de​ ​un​ ​estancamiento​ ​infecundo​ ​de​ ​la Iglesia”.
Sus​ ​palabras​ ​hacen​ ​pensar.​ ​¿Qué​ ​podemos​ ​percibir​ ​entre​ ​nosotros?​ ​¿​ ​Nos​ ​estamos
movilizando​ ​para​ ​reavivar​ ​la​ ​fe​ ​de​ ​nuestras​ ​comunidades​ ​cristianas,​ ​o​ ​seguimos​ ​instalados​ ​en ese​ ​“estancamiento​ ​infecundo”​ ​del​ ​que​ ​habla​ ​Francisco?​ ​¿Dónde​ ​podemos​ ​encontrar​ ​fuerzas para​ ​reaccionar?
Una​ ​de​ ​las​ ​grandes​ ​aportaciones​ ​del​ ​Concilio​ ​fue​ ​impulsar​ ​el​ ​paso​ ​desde​ ​la​ ​“misa”,
entendida​ ​como​ ​una​ ​obligación​ ​individual​ ​para​ ​cumplir​ ​un​ ​precepto​ ​sagrado,​ ​hacia​ ​la
“eucaristía”​ ​vivida​ ​como​ ​celebración​ ​gozosa​ ​de​ ​toda​ ​la​ ​comunidad​ ​para​ ​alimentar​ ​su​ ​fe,​ ​crecer en​ ​fraternidad​ ​y​ ​reavivar​ ​su​ ​esperanza​ ​en​ ​Cristo.
Sin​ ​duda,​ ​a​ ​lo​ ​largo​ ​de​ ​estos​ ​años,​ ​hemos​ ​dado​ ​pasos​ ​muy​ ​importantes.​ ​Quedan​ ​muy
lejos​ ​aquellas​ ​misas​ ​celebradas​ ​en​ ​latín​ ​en​ ​las​ ​que​ ​el​ ​sacerdote​ ​“decía”​ ​la​ ​misa​ ​y​ ​el​ ​pueblo
cristiano​ ​venía​ ​a​ ​“oír”​ ​la​ ​misa​ ​o​ ​“asistir”​ ​a​ ​la​ ​celebración.​ ​Pero,​ ​¿no​ ​estamos​ ​celebrando​ ​la
eucaristía​ ​de​ ​manera​ ​rutinaria​ ​y​ ​aburrida?
Hay​ ​un​ ​hecho​ ​innegable.​ ​La​ ​gente​ ​se​ ​está​ ​alejando​ ​de​ ​manera​ ​imparable​ ​de​ ​la​ ​práctica
dominical​ ​porque​ ​no​ ​encuentra​ ​en​ ​nuestras​ ​celebraciones​ ​el​ ​clima,​ ​la​ ​palabra​ ​clara,​ ​el​ ​rito
expresivo,​ ​la​ ​acogida​ ​estimulante​ ​que​ ​necesita​ ​para​ ​alimentar​ ​su​ ​fe​ ​débil​ ​y​ ​vacilante.
Sin​ ​duda,​ ​todos,​ ​pastores​ ​y​ ​creyentes,​ ​nos​ ​hemos​ ​de​ ​preguntar​ ​qué​ ​estamos​ ​haciendo
para​ ​que​ ​la​ ​eucaristía​ ​sea,​ ​como​ ​quiere​ ​el​ ​Concilio,​ ​“centro​ ​y​ ​cumbre​ ​de​ ​toda​ ​la​ ​vida​ ​de​ ​la
comunidad​ ​cristiana”.​ ​Pero,​ ​¿basta​ ​la​ ​buena​ ​voluntad​ ​de​ ​las​ ​parroquias​ ​o​ ​la​ ​creatividad​ ​aislada de​ ​algunos,​ ​sin​ ​​ ​más​ ​criterios​ ​de​ ​renovación?
La​ ​Cena​ ​del​ ​Señor​ ​es​ ​demasiado​ ​importante​ ​para​ ​que​ ​dejemos​ ​que​ ​se​ ​siga​ ​“perdiendo”,
como​ ​“espectadores​ ​de​ ​un​ ​estancamiento​ ​infecundo”​ ​¿No​ ​es​ ​la​ ​eucaristía​ ​el​ ​centro​ ​de​ ​la​ ​vida cristiana?.​ ​¿Cómo​ ​permanece​ ​tan​ ​callada​ ​e​ ​inmóvil​ ​la​ ​jerarquía?​ ​¿Por​ ​qué​ ​los​ ​creyentes​ ​no manifestamos​ ​nuestra​ ​preocupación​ ​y​ ​nuestro​ ​dolor​ ​con​ ​más​ ​fuerza?
El​ ​problema​ ​es​ ​grave.​ ​¿Hemos​ ​de​ ​seguir​ ​“estancados”​ ​en​ ​un​ ​modo​ ​de​ ​celebración
eucarística,​ ​tan​ ​poco​ ​atractivo​ ​para​ ​los​ ​hombres​ ​y​ ​mujeres​ ​de​ ​hoy?​ ​¿Es​ ​esta​ ​liturgia​ ​que
venimos​ ​repitiendo​ ​desde​ ​hace​ ​siglos​ ​la​ ​que​ ​mejor​ ​puede​ ​ayudarnos​ ​a​ ​actualizar​ ​aquella​ ​cena emorable​ ​de​ ​Jesús​ ​donde​ ​se​ ​concentra​ ​​ ​de​ ​modo​ ​admirable​ ​el​ ​núcleo​ ​de​ ​nuestra​ ​fe? 


sábado, 10 de junio de 2017

Santísima Trinidad

Domingo 11 de junio - Ciclo A-

Lectura del santo Evangelio según san Juan 3,16-18:



 
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.









Palabra del Señor

Evangelio Comentado por: José Antonio Pagola

LA INTIMIDAD DE DIOS

Si por un imposible la Iglesia dijera un día que Dios no es Trinidad, ¿cambiaría en algo la existencia de muchos creyentes? Probablemente no. Por eso queda uno sorprendido ante esta confesión del P. Varillon: “Pienso que, si Dios no fuera Trinidad, yo sería probablemente ateo […] En cualquier caso, si Dios no es Trinidad, yo no comprendo ya absolutamente nada”.
La inmensa mayoría de los cristianos no sabe que al adorar a Dios como Trinidad estamos confesando que Dios, en su intimidad más profunda, es solo amor, acogida, ternura. Esta es quizá la conversión que más necesitan no pocos cristianos: el paso progresivo de un Dios considerado como Poder a un Dios adorado gozosamente como Amor.
Dios no es un ser “omnipotente y sempiterno” cualquiera. Un ser poderoso puede ser un déspota, un tirano destructor, un dictador arbitrario: una amenaza para nuestra pequeña y débil libertad. ¿Podríamos confiar en un Dios del que solo supiéramos que es omnipotente? Es muy difícil abandonarse a alguien infinitamente poderoso. Parece más fácil desconfiar, ser cautos y salvaguardar nuestra independencia.
Pero Dios es Trinidad, es un misterio de Amor. Y su omnipotencia es la omnipotencia de quien solo es amor, ternura insondable e infinita. Es el amor de Dios el que es omnipotente. Dios no lo puede todo. Dios no puede sino lo que puede el amor infinito. Y siempre que lo olvidamos y nos salimos de la esfera del amor nos fabricamos un Dios falso, una especie de ídolo extraño que no existe.
Cuando no hemos descubierto todavía que Dios es solo Amor, fácilmente nos relacionamos con él desde el interés o el miedo. Un interés que nos mueve a utilizar su omnipotencia para nuestro provecho. O un miedo que nos lleva a buscar toda clase de medios para defendernos de su poder amenazador. Pero esta religión hecha de interés y de miedos está más cerca de la magia que de la verdadera fe cristiana.
Solo cuando uno intuye desde la fe que Dios es solo Amor y descubre fascinado que no puede ser otra cosa sino Amor presente y palpitante en lo más hondo de nuestra vida, comienza a crecer libre en nuestro corazón la confianza en un Dios Trinidad del que lo único que sabemos por Jesús es que no puede sino amarnos.



viernes, 2 de junio de 2017

Ven Espíritu de Dios



Pentecostés

Domingo 4 de Junio de 2017 - Ciclo A

Lectura del santo Evangelio según san Juan 20,19-23:

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Palabra del Señor

Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola


VIVIR A DIOS DESDE DENTRO

Hace algunos años, el gran teólogo alemán Karl Rahner se atrevía a afirmar que el principal y más urgente problema de la Iglesia de nuestros tiempos era su «mediocridad espiritual». Estas eran sus palabras: el verdadero problema de la Iglesia es «seguir tirando con una resignación y un tedio cada vez mayores por los caminos habituales de una mediocridad espiritual».
El problema no ha hecho sino agravarse estas últimas décadas. De poco han servido los intentos de reforzar las instituciones, salvaguardar la liturgia o vigilar la ortodoxia. En el corazón de muchos cristianos se está apagando la experiencia interior de Dios.
La sociedad moderna ha apostado por lo «exterior». Todo nos invita a vivir desde fuera. Todo nos presiona para movernos con prisa, sin apenas detenernos en nada ni en nadie. La paz ya no encuentra resquicios para penetrar hasta nuestro corazón. Vivimos casi siempre en la corteza de la vida. Se nos está olvidando qué es saborear la vida desde dentro. Para ser humana, a nuestra vida le falta hoy una dimensión esencial: la interioridad.
Es triste observar que tampoco en las comunidades cristianas sabemos cuidar y promover la vida interior. Muchos no saben lo que es el silencio del corazón, no se enseña a vivir la fe desde dentro. Privados de experiencia interior, sobrevivimos olvidando nuestra alma: escuchando palabras con los oídos y pronunciando oraciones con los labios mientras nuestro corazón está ausente.
En la Iglesia se habla mucho de Dios, pero, ¿dónde y cuándo escuchamos los creyentes la presencia callada de Dios en lo más hondo del corazón? ¿Dónde y cuándo acogemos el Espíritu del Resucitado en nuestro interior? ¿Cuándo vivimos en comunión con el Misterio de Dios desde dentro?
Acoger a Dios en nuestro interior quiere decir al menos dos cosas. La primera: no colocar a Dios siempre lejos y fuera de nosotros, es decir, aprender a escucharlo en el silencio del corazón. La segunda: bajar a Dios de la cabeza a lo profundo de nuestro ser, es decir, dejar de pensar en Dios solo con la mente y aprender a percibirlo en lo más íntimo de nosotros.
Esta experiencia interior de Dios, real y concreta, puede transformar nuestra fe. Uno se sorprende de cómo hemos podido vivir sin descubrirla antes. Es posible encontrar a Dios dentro de nosotros en medio de una cultura secularizada. Es posible también hoy conocer una alegría interior nueva y diferente. Pero me parece muy difícil mantener por mucho tiempo la fe en Dios en medio de la agitación y frivolidad de la vida moderna sin conocer, aunque sea de manera humilde y sencilla, alguna experiencia interior del Misterio de Dios.

 

sábado, 27 de mayo de 2017

La Ascensión del Señor

Domingo 28 de mayo 

 Lectura del santo Evangelio según san Mateo 28,16-20:


En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

Palabra del Señor




Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola

Abrir el horizonte

Ocupados solo en el logro inmediato de un mayor bienestar y atraídos por pequeñas aspiraciones y esperanzas, corremos el riesgo de empobrecer el horizonte de nuestra existencia perdiendo el anhelo de eternidad. ¿Es un progreso? ¿Es un error?
Hay dos hechos que no es difícil comprobar en este nuevo milenio en el que vivimos desde hace unos años. Por una parte está creciendo en la comunidad humana la expectativa y el deseo de un mundo mejor. No nos contentamos con cualquier cosa: necesitamos progresar hacia un mundo más digno, más humano y dichoso.
Por otra está creciendo al mismo tiempo el desencanto, el escepticismo y la incertidumbre ante el futuro. Hay tanto sufrimiento absurdo en la vida de las personas y de los pueblos, tantos conflictos envenenados, tales abusos contra el planeta, que no es fácil mantener la fe en el ser humano.
Es cierto que el desarrollo de la ciencia y la tecnología están logrando resolver muchos males y sufrimientos. En el futuro se lograrán, sin duda, éxitos todavía más espectaculares. Aún no somos capaces de intuir la capacidad que se encierra en el ser humano para desarrollar un bienestar físico, psíquico y social.
Pero no sería honesto olvidar que este desarrollo prodigioso nos va «salvando» solo de algunos males y solo de manera limitada. Ahora precisamente que disfrutamos cada vez más del progreso humano empezamos a percibir mejor que el ser humano no puede darse a sí mismo todo lo que anhela y busca.
¿Quién nos salvará del envejecimiento, de la muerte inevitable o del poder extraño del mal? No nos ha de sorprender que muchos comiencen a sentir la necesidad de algo que no es ni técnica ni ciencia, tampoco ideología o doctrina religiosa. El ser humano se resiste a vivir encerrado para siempre en esta condición caduca y mortal. Busca un horizonte, necesita una esperanza más definitiva.
No pocos cristianos viven hoy mirando exclusivamente a la tierra. Al parecer no nos atrevemos a levantar la mirada más allá de lo inmediato de cada día. En esta fiesta cristiana de la Ascensión del Señor quiero recordar unas palabras de aquel gran científico y místico que fue P. Teilhard de Chardin: «Cristianos a solo veinte siglos de la Ascensión. ¿Qué habéis hecho de la esperanza cristiana?».
En medio de interrogantes e incertidumbres, los seguidores de Jesús seguimos caminando por la vida trabajados por una confianza y una convicción. Cuando parece que la vida se cierra o se extingue, Dios permanece. El misterio último de la realidad es un misterio de amor salvador. Dios es una puerta abierta a la vida eterna. Nadie la puede cerrar.

viernes, 19 de mayo de 2017

Evangelio del Domingo

VI Domingo de Pascua-Ciclo A
Domingo 21 de mayo de 2017

Lectura del Santo Evangelio según S. Juan 14, 15-21

 "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.»"

Palabra de Dios
 
   EL ESPÍRITU DE LA VERDAD
 
Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ve tristes y abatidos. Pronto no lo tendrán con él. ¿Quién podrá llenar su vacío? Hasta ahora ha sido él quien ha cuidado de ellos, los ha defendido de los escribas y fariseos, ha sostenido su fe débil y vacilante, les ha ido descubriendo la verdad de Dios y los ha iniciado en su proyecto humanizador.
Jesús les habla apasionadamente del Espíritu. No los quiere dejar huérfanos. Él mismo pedirá al Padre que no los abandone, que les dé “otro defensor” para que “esté siempre con ellos”. Jesús lo llama “el Espíritu de la verdad”. ¿Qué se esconde en estas palabras de Jesús? 

 Este “Espíritu de la verdad” no hay que confundirlo con una doctrina. Esta verdad no hay que buscarla en los libros de los teólogos ni en los documentos de la jerarquía. Es algo mucho más profundo. Jesús dice que “vive con nosotros y está en nosotros”. Es aliento, fuerza, luz, amor... que nos llega del misterio último de Dios. Lo hemos de acoger con corazón sencillo y confiado.
Este “Espíritu de la verdad” no nos convierte en “propietarios” de la verdad. No viene para que impongamos a otros nuestra fe ni para que controlemos su ortodoxia. Viene para no dejarnos huérfanos de Jesús, y nos invita a abrirnos a su verdad, escuchando, acogiendo y viviendo su Evangelio.
Este “Espíritu de la verdad” no nos hace tampoco “guardianes” de la verdad, sino testigos. Nuestro quehacer no es disputar, combatir ni derrotar adversarios, sino vivir la verdad del Evangelio y “amar a Jesús guardando sus mandatos”.
Este “Espíritu de la verdad” está en el interior de cada uno de nosotros defendiéndonos de todo lo que nos puede apartar de Jesús. Nos invita abrirnos con sencillez al misterio de un Dios, Amigo de la vida. Quien busca a este Dios con honradez y verdad no está lejos de él. Jesús dijo en cierta ocasión: “Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Es cierto.
Este “Espíritu de la verdad” nos invita a vivir en la verdad de Jesús en medio de una sociedad donde con frecuencia a la mentira se le llama estrategia; a la explotación, negocio; a la irresponsabilidad, tolerancia; a la injusticia, orden establecido; a la arbitrariedad, libertad; a la falta de respeto, sinceridad...
¿Qué sentido puede tener la Iglesia de Jesús si dejamos que se pierda en nuestras comunidades el “Espíritu de la verdad”? ¿Quién podrá salvarla del autoengaño, las desviaciones y la mediocridad generalizada? ¿Quién anunciará la Buena Noticia de Jesús en una sociedad tan necesitada de aliento y esperanza?"


José Antonio Pagola

sábado, 13 de mayo de 2017

Regina Caeli





Reina del cielo, alégrate,
¡aleluya!
porque el Señor,
 a quien mereciste llevar en tu seno, 
¡aleluya!
ha resucitado, según su palabra,
¡aleluya!
Ruega a Dios por nosotros,
¡aleluya!