“Es el tiempo que nos es dado para acoger al Señor que viene a
nuestro encuentro, para verificar nuestro deseo de Dios, para mirar
hacia delante y prepararnos al retorno de Cristo.
Él volverá a nosotros en la fiesta de la Navidad, cuando haremos
memoria de su venida histórica en la humildad de la condición humana, pero que viene a nosotros cada vez que estamos dispuestos a recibirlo.
La persona que pone atención es la que, a pesar del rumor del mundo,
no deja de abrumarse por las distracciones o la superficialidad, sino
que vive de manera plena y consciente, con una preocupación dirigida
ante todo a los demás.
La persona atenta se dirige también al mundo, buscando contrastar la
indiferencia y la crueldad presentes en ella, y alegrándose por los
tesoros de belleza que también existen y deben ser cuidados.
La persona vigilante es la que no se deja
vencer por el sueño del desánimo, de la falta de esperanza, de la
desilusión y al mismo tiempo rechaza la solicitud de tantas vanidades
de las que desborda el mundo y detrás de las cuales, a veces, se
sacrifican tiempo y serenidad personal y familiar.
No vaguemos perdidos en nuestros pecados e
infidelidades y recorramos la buena vía, la de la fe y el amor”.
Papa Francisco