lunes, 24 de enero de 2022

Informe FOESSA

 El informe, presentado por Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas Español revela los siguientes datos:

  • Un tercio de los hogares con todos los miembros en paro (600 mil familias) carecen de algún tipo de ingreso periódico que permita una cierta estabilidad
  • La pandemia ha destapado un nuevo factor de exclusión social: la desconexión digital es el nuevo analfabetismo del siglo XXI
  • 1,8 millones de hogares (casi la mitad de los que están en exclusión social) sufren el apagón digital, lo que significa que viven la brecha digital de manera cotidiana
  • La pandemia ha aumentado la brecha de género: la exclusión social ha crecido más del doble en los hogares cuya sustentadora principal es una mujer
  • La diferencia entre la población con más y menos ingresos ha aumentado más de un 25%, cifra superior al incremento registrado durante la crisis de 2008
  • Hay 2,7 millones de jóvenes entre 16 y 34 años afectados por procesos de exclusión social intensa
  • La exclusión social en hogares con población inmigrante es casi tres veces mayor que en los hogares españoles
  • Tres de cada diez familias se han visto obligadas a reducir los gastos habituales en alimentación, ropa y calzado
  • Las tasas más elevadas de exclusión social se dan en el Sur y el Este del país, junto con Canarias.

Frente a esta situación, Caritas Española consideran necesario perfeccionar el sistema de protección social a futuro con las siguientes propuestas:

1. Mantener de manera estable para el futuro las medidas provisionales tomadas en el caso de la salud, la vivienda o la protección social con las necesarias adaptaciones a periodos de estabilidad económica.

2. Mejorar la cobertura del Ingreso Mínimo Vital, ya que supone un notable avance social para corregir el desequilibrio entre la protección social de la población laboral estable y aquella que es precaria o en situación de exclusión social.

3. Reimpulsar el modelo de estado de bienestar en su conjunto, con una orientación clara hacia el acceso a los derechos como canal para la inclusión social y el “rescate” de los sectores más excluidos.

4. Implementar medidas que reduzcan la hiperflexibilidad, mejorando la organización social del tiempo de trabajo también en los empleos de sectores excluidos, no cualificados, en empleos temporales y precarios.

5. Deberían complementarse, así mismo, los salarios escasos con otras medidas redistributivas, a modo de estímulos al empleo, bien a partir de prestaciones complementarias para los trabajadores de bajos salarios, bien como deducciones fiscales reembolsables.

6. Entre los retos pendientes, también está el de garantizar un sistema de salud público de calidad y el de un cambio de estrategia y paradigma en el ámbito de la atención a personas en situación de dependencia y con necesidad de cuidados.

7.  Avanzar hacia servicios sociales adaptados a las realidades sociales del siglo XXI. Ante los enormes retos globales que afrontan las políticas sociales como son, entre otros, el envejecimiento de la población, la lucha contra la exclusión social, la protección de menores vulnerables y la integración de la población inmigrante, precisamos de servicios sociales adaptados a las nuevas realidades sociales.

 

 

 

martes, 11 de enero de 2022

Volver por otro camino

 18 de enero, comienza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

Hemos comenzado el "tiempo ordinario" en nuestra liturgia. 

La palabra "ordinario" normalmente la empleamos en un sentido peyorativo. 

Sin embargo, el tiempo ordinario no lo es. Es un tiempo lleno de sentido y a la vez necesario. Es el tiempo que permite la serenidad, el sosiego. Por otro lado, es el tiempo que nos permite valorar lo extraordinario.

No sólo los momentos especiales tienen significado. Los habituales también lo tienen. Lo cotidiano, lo que se va repitiendo con la cadencia de los días, es necesario. Porque la mayor parte de la vida es así. Ritmos que nos van siendo familiares. Vida oculta, donde se gesta lo que somos. Pero que esta vuelta a lo ordinario, no sea para repetir los mismos errores, para vivir la vida de un modo vacío y rutinario.

Ojalá sepamos disfrutar de este tiempo y en él, también, vivir la fe con profundidad. Y ojalá volvamos por otro camino.

 

 

martes, 4 de enero de 2022

Sigamos la estrella

Estamos demasiado acostumbrados al relato de los magos. Por otra parte, hoy apenas tenemos tiempo para detenernos a contemplar despacio las estrellas. Probablemente no es solo un asunto de tiempo. Pertenecemos a una época en la que es más fácil ver la oscuridad de la noche que los puntos luminosos que brillan en medio de cualquier tiniebla.

Sin embargo, no deja de ser conmovedor pensar en aquel escritor cristiano que, al elaborar el relato de los magos, los imaginó en medio de la noche, siguiendo la pequeña luz de una estrella. La narración respira la convicción profunda de los primeros creyentes después de la resurrección. En Jesús se han cumplido las palabras del profeta Isaías: «El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una luz grande. Habitaban en una tierra de sombras, y una luz ha brillado ante sus ojos» (Isaías 9,1).

Sería una ingenuidad pensar que nosotros estamos viviendo una hora especialmente oscura, trágica y angustiosa. ¿No es precisamente esta oscuridad, frustración e impotencia que captamos en estos momentos uno de los rasgos que acompañan casi siempre el caminar del ser humano a lo largo de los siglos?

Basta abrir las páginas de la historia. Sin duda encontramos momentos de luz en que se anuncian grandes liberaciones, se entrevén mundos nuevos, se abren horizontes más humanos. Y luego, ¿qué viene? Revoluciones que crean nuevas esclavitudes, logros que provocan nuevos problemas, ideales que terminan en «soluciones a medias», nobles luchas que acaban en «pactos mediocres». De nuevo las tinieblas.

No es extraño que se nos diga que «ser hombre es muchas veces una experiencia de frustración». Pero no es esa toda la verdad. A pesar de todos los fracasos y frustraciones, el hombre vuelve a recomponerse, vuelve a esperar, vuelve a ponerse en marcha en dirección a algo. Hay en el ser humano algo que lo llama una y otra vez a la vida y a la esperanza. Hay siempre una estrella que vuelve a encenderse.

Para los creyentes, esa estrella conduce siempre a Jesús. El cristiano no cree en cualquier mesianismo. Y por eso no cae tampoco en cualquier desencanto. El mundo no es «un caso desesperado». No está en completa tiniebla. El mundo está orientado hacia su salvación. Dios será un día el fin del exilio y las tinieblas. Luz total.

 J.A. Pagola

 

 

sábado, 1 de enero de 2022

Año Nuevo, Esperanza Nueva



Justo el octavo día después de Navidad, venimos de nuevo a la gruta de los pastores de Belén, o a la humilde casa del carpintero de Nazaret. Venimos a celebrar el Año Nuevo junto al niño Jesús recién nacido y acudimos a él en busca de un rayo de luz, para que el año nuevo no se nos quede viejo y apagado nada más nacer.

 Nosotros celebramos este nuevo año mirando a un recién nacido. Mirando a un niño pequeño y a su madre.  No aparece ante nosotros ninguna gran estrella, ninguna señal resplandeciente del cielo. No, sólo un pequeño brillo en los ojos de un niño recién nacido.

Esos ojos se llaman Jesús, y nos aman, y los amamos, y en ellos hallamos la luz. En esos ojos nos vemos reflejados, y esos ojos nos reflejan el mundo entero. Esos ojos de niño revelan la debilidad, la impotencia, la súplica y la bondad herida de todos los seres.

Esos ojos se llaman "Jesús", el nombre de Dios: "Dios es salvador", Dios es sol de amor, Dios es misterio de bondad. En el fondo sin límite de esos ojos vislumbramos los ojos de Dios mirándonos a todos con ternura. Dios nos mira con los ojos de Jesús, y la mirada de Dios ilumina nuestras muchas oscuridades, y una lucecita se nos enciende dentro, y vemos cómo se encienden en el mundo otras muchas lucecitas.

Y en medio de la noche nace el año nuevo, y tal vez también un rayito de esperanza y algo más de bondad en nuestro corazón de carne.

Así queremos empezar este nuevo año. Queremos mirar y saludar y felicitar a todo el mundo encendido de lucecitas en los ojos de Jesús. ¡Feliz Año Nuevo a todos y a todas! ¡Paz y bien! ¡La bendición de Dios siempre nueva, siempre plena, a todos los seres!

No sabemos lo que traerá el año que empieza pero no podrá privarnos del bien y de la paz de Dios. El año que ha terminado ha tenido muchas sombras, pero no nos ha apagado la luz encendida en los ojos de Jesús, y en la tierra se han encendido otras muchas lucecitas. Confiemos en todas esas pequeñas luces, confiemos en la buena luz divina que se esconde en el corazón de todos los seres.

Quizá nos pueden parecen unas luces demasiado pequeñas para iluminar tantas sombras. Nos pueden parecer unos signos demasiado humildes para felicitar y hacer votos por el nuevo año. Hagamos como los pastores: fueron y vieron los ojos de Dios en los ojos de Jesús y se volvieron, para encender la luz de los ojos de Dios en medio de la noche.

Con todas nuestras sombras, los ojos de un niño pequeño pintan el uno de enero con colores de fiesta. ¡Celebremos el Año Nuevo! ¡Seamos felices! ¡Que todos los seres sean felices!  

José Arregi