Este tiempo está enmarcado en la conversión, en el cambio de vida, dejar atrás el pecado y enderezar nuestro camino. Lo más importante de la Cuaresma es que sea un tiempo que de verdad nos ayude a prepararnos mejor para vivir la Pascua. San Pablo nos ayuda a comprender el sentido cuaresmal:
"Por
lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la
lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también
la avaricia, que es una forma de idolatría. Estas cosas provocan la ira de Dios sobre los rebeldes. Ustedes mismos se comportaban así en otro tiempo, viviendo desordenadamente.
Pero ahora es necesario que acaben con la ira, el rencor, la maldad, las injurias y las conversaciones groseras" (Col 3, 5-8)
Pero ahora es necesario que acaben con la ira, el rencor, la maldad, las injurias y las conversaciones groseras" (Col 3, 5-8)
Por
tanto debemos aprovechar este tiempo que nos recuerda que necesitamos
permanentemente convertirnos al Señor, que es su gracia la que puede
movernos y hacer que cambiemos. ¿Qué tenemos que cambiar? Es lo que
pediremos al Espíritu Santo en este tiempo, para que nos prepare y
ayude.