sábado, 1 de marzo de 2025

VIII Domingo del Tiempo Ordinario

 



En el relato de Lucas estamos ante unas recomendaciones de Jesús dirigidas a sus oyentes. Jesús insiste en la necesidad de la limpieza del corazón para llevar a cabo la tarea de poder guiar a los demás. De lo contrario corremos el riesgo de ser guías de ciegos que puede caer en el hoyo y hacer caer a los demás en la fosa. 

Sólo el que tiene el corazón limpio, el que ha sacado la viga de su ojo es capaz de ver claro y conducir a los demás al bien, orientarles con seguridad y evitarles los peligros. El que no ha quitado la viga de su ojo se equivoca y como está ciego hace más mal que bien, incluso cuando cree hacer el bien.

El evangelio nos lleva siempre a la interioridad, a lo profundo: no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno. 

Frente a la tentación de vivir las apariencias, Cristo nos invita a ser hombres que echan raíces en El y nos mueve a arrancar del corazón toda hierba mala para dar frutos buenos.

Fr. Antonio Larios Ramos O.P.