28.11.25

Adviento

 


En Adviento, miremos a Jesús que aligera el corazón y nos sostiene en el camino.

Las angustias, los miedos y las ansiedades por la vida personal o por lo que ocurre en el mundo de hoy pesan «como piedras» y llevan al desánimo; las preocupaciones «agobian el corazón» y llevan a encerrarse en uno mismo. Pero haciendo espacio a Jesús es posible «redescubrir la esperanza», especialmente en el tiempo que nos prepara a la Navidad. Siempre hay una palabra de esperanza, como dijo Jesús a sus discípulos:  «Levantaos y alzad la cabeza, porque se acerca vuestra liberación»

La preocupación del Maestro es que sus corazones no se agobien y que esperen con vigilancia la venida del Hijo del hombre. La invitación de Jesús es ésta: levantar la cabeza y mantener el corazón ligero y despierto.
Mirar al cielo para comprender las cosas de la tierra

De hecho, muchos de los contemporáneos de Jesús, ante los «acontecimientos catastróficos que ven suceder a su alrededor -persecuciones, conflictos, catástrofes naturales- se sienten embargados por la angustia y piensan que se acerca el fin del mundo» y «sus corazones están agobiados por el miedo».

Jesús, sin embargo, pretende «liberarlos de las angustias actuales y de las falsas convicciones», indicándoles cómo estar «despiertos en el corazón», cómo leer los acontecimientos a partir del plan de Dios, que «obra la salvación» incluso dentro de «los acontecimientos más dramáticos de la historia». Por eso, explica, les sugiere «dirigirla mirada al Cielo para comprender las cosas de la tierra».
El amor de Dios que salva en todo momento

Todos nosotros, en tantos momentos de la vida, nos preguntamos: cómo hacer para tener un corazón “ligero”, despierto y libre. Un corazón que no se deja aplastar por la tristeza.


Jesús nos invita “a confiar en su amor que nos quiere salvar y que se hace cercano en cada situación de nuestra existencia, a hacerle espacio para volver a encontrar la esperanza” y añade:


Preguntémonos, pues: ¿está mi corazón agobiado por el miedo, las preocupaciones, las angustias por el futuro? ¿Sé mirar los acontecimientos cotidianos y las vicisitudes de la historia con los ojos de Dios, en la oración, con un horizonte más amplio? ¿O me dejo vencer por el abatimiento?

Que este tiempo de Adviento sea una ocasión preciosa para levantar la mirada hacia Él, que aligera el corazón y nos sostiene en el camino.


Francisco