martes, 31 de diciembre de 2019

12 mensajes del papa Francisco para el nuevo año


Doce reflexiones del papa Francisco para emprender un viaje anual entre misericordia, perdón, amor, desapego de lo material…

1. Constructores de puentes y no de muros 
En el año que empieza seamos hombres y mujeres constructores de puentes. “Cada cristiano construya siempre puentes de diálogo con los demás, no muros de rencor. El cristiano debe buscar siempre el camino para escuchar, el camino de la reconciliación, con humildad y mansedumbre, porque es lo que nos ha enseñado el Hijo de Dios”. 

2. Aprender a conmovernos por el dolor de los demás en silencio pero transformando el sufrimiento en acción concreta…
Lejos de hipocresías en este nuevo año: “Sabed, hermanos, que los hipócritas no saben llorar, se han olvidado de cómo se llora, no piden el don de las lágrimas”.
“Cuando se hace algo bueno, casi instintivamente nace en nosotros el deseo de ser estimados y admirados por esta buena acción, para tener una satisfacción. Jesús nos invita a hacer estas obras sin ninguna ostentación, y a confiar únicamente en la recompensa del Padre. 

3. La capacidad de avergonzarse y acusarse a sí mismo
La capacidad de avergonzarse y acusarse a sí mismo, sin descargar la culpa siempre en los demás para juzgarlos y condenarlos, es el primer paso en el camino de la vida cristiana que conduce a pedir al Señor el don de la misericordia.  
 
4. Soñar para encontrar el amor…
En este año nuevo vivir la reciprocidad del amor y soñar el encuentro con ella o él. “Hombre y mujer son de la misma sustancia y son complementarios”. 

5. En este año evitar el apego a las riquezas que llevan solo a la corrupción del corazón, de la mente, de nuestro negocio
Es necesario hacer de modo que si se poseen riquezas estas sirvan al “bien común”. Porque la abundancia que se vive de manera egoísta es “triste”, quita “esperanza” y genera “todo tipo de corrupción”, grande o pequeña.
Así podemos tener el propósito en este año nuevo de salir del ‘apego a las riquezas’ que nos “hace creer que todo está bien” y nos quita el horizonte. “Y vivir sin horizonte es una vida estéril, vivir sin esperanza es una vida triste”.

6. La oración cotidiana por nuestra salud y por la de los seres queridos afectados por el mal
“La Iglesia invita a la oración continua por los propios seres queridos afectados por el mal. La oración por los enfermos no debe faltar nunca. Es más, debemos rezar aún más, tanto personalmente como en comunidad".  

7. Fuertes y revolucionarios en la fe para superar divisiones e individualismo
El nuevo año es un espacio para emprender “la revolución” de la “alegría de la Evangelización”, que significa imitar el amor de Cristo que libera y da verdadera felicidad para superar las divisiones, los personalismos y el individualismo. Eso es evangelizar, esa es nuestra revolución –porque nuestra fe siempre es revolucionaria–, ese es nuestro más profundo y constante grito”.

8. Trabajo para dar dignidad a sí mismos y a la propia familia
Se necesita fe y astucia. Que Dios nos conceda acoger su llamada con alegría y esperanza, en este momento difícil de nuestra historia, la llamada al trabajo para dar dignidad a sí mismos y a la propia familia”.  

9. Soñar para no dejarte robar la esperanza
En este año las cosas pueden ser duras, pero la esperanza nos abre a nuevos caminos de creatividad, pasión, deseos de construir.“Cada uno a veces sueña cosas que nunca van a suceder, pero soñadas, deséalas, busca horizontes, ábrete a cosas grandes”. 

10. Dios nunca abandona a quien confía en Él
«Feliz el hombre que confía en el Señor». Dios nunca abandona a quien confía en Él. 

11. Para ser felices hay que incluir y crear armonía en nuestros hogares, puestos de trabajo, en suma en el cotidiano
Jesús nos pide incluir a todos con gestos concretos, porque como cristianos “no tenemos derecho” de excluir a los demás, juzgarlos y cerrarles las puertas.
También porque “la actitud de excluir” está en la raíz de todas las guerras, grandes o pequeñas.

12. Sentirnos amados para amar y perdonar
Un papá o una mamá que dice a su hijo: “No tengas miedo, estoy yo” y lo mima con una caricia, es la imagen de la condición privilegiada del hombre: pequeño, débil, pero tranquilizado, sostenido y perdonado por un Dios que está enamorado de él.

 Y la regla de Oro que vale en cualquier mes del año:





martes, 24 de diciembre de 2019

Navidad, nostalgia de Dios


 
La Navidad es una fiesta llena de nostalgia. Se canta la paz, pero no sabemos construirla. Nos deseamos felicidad, pero cada vez parece más difícil ser feliz. Nos compramos mutuamente regalos, pero lo que necesitamos es ternura y afecto. Cantamos a un niño Dios, pero en nuestros corazones se apaga la fe. La vida no es como quisiéramos, pero no sabemos hacerla mejor.

No es solo un sentimiento de Navidad. La vida entera está transida de nostalgia. Nada llena enteramente nuestros deseos. No hay riqueza que pueda proporcionar paz total. No hay amor que responda plenamente a los deseos más hondos. No hay profesión que pueda satisfacer del todo nuestras aspiraciones. No es posible ser amados por todos.

La nostalgia puede tener efectos muy positivos. Nos permite descubrir que nuestros deseos van más allá de lo que hoy podemos poseer o disfrutar. Nos ayuda a mantener abierto el horizonte de nuestra existencia a algo más grande y pleno que todo lo que conocemos.
Al mismo tiempo, nos enseña a no pedir a la vida lo que no nos pueda dar, a no esperar de las relaciones lo que no nos pueden proporcionar. La nostalgia no nos deja vivir encadenados solo a este mundo.

Es fácil vivir ahogando el deseo de infinito que late en nuestro ser. Nos encerramos en una coraza que nos hace insensibles a lo que puede haber más allá de lo que vemos y tocamos. La fiesta de la Navidad, vivida desde la nostalgia, crea un clima diferente: estos días se capta mejor la necesidad de hogar y seguridad. A poco que uno entre en contacto con su corazón, intuye que el misterio de Dios es nuestro destino último.

Si uno es creyente, la fe le invita estos días a descubrir ese misterio, no en un país extraño e inaccesible, sino en un niño recién nacido. Así de simple y de increíble. Hemos de acercarnos a Dios como nos acercamos a un niño: de manera suave y sin ruidos; sin discursos solemnes, con palabras sencillas nacidas del corazón. Nos encontramos con Dios cuando le abrimos lo mejor que hay en nosotros.

A pesar del tono frívolo y superficial que se crea en nuestra sociedad, la Navidad puede acercar a Dios. Al menos, si la vivimos con fe sencilla y corazón limpio.

 J.A.Pagola

domingo, 22 de diciembre de 2019

Sorteo


Nº Premiado en el sorteo de la cesta de Navidad: 4581

Los jóvenes de confirmación haciendo entrega de la cesta a los ganadores.


lunes, 2 de diciembre de 2019

Adviento: La alegría de esperar


Desde que comprar algo es tan fácil, tan directo y, sobre todo, llega tan pronto, cuesta mucho más tener paciencia, esperar. Nos ocurre cada vez que pedimos algo: ¡que llegue cuanto antes! Queremos que se materialice de inmediato y que ya podamos disfrutarlo, aunque no tengamos necesidad.

Los que nos decimos cristianos y hemos recibido esta tradición estamos también totalmente contaminados por esta tendencia. Lo que ocurre es que deberíamos ser “expertos en esperar”, pero nos cuesta mucho. Los tiempos de la Iglesia nunca han sido rápidos, mucho menos inmediatos y cualquier cambio o novedad se han hecho de rogar.

No es fácil esperar. Implica paciencia, serenidad y, sobre todo, confianza. Es evidente que no esperamos igual si el resultado que aguardamos es bueno o si es algo que nos preocupa. A veces, incluso, estamos nerviosos sin saber muy bien por qué, o sin querer saberlo, y necesitamos alguna actividad que nos devuelva la alegría, que nos permita ver la vida con esperanza. 


Nosotros en el Adviento recordamos (es decir, volvemos a pasar por el corazón) un nacimiento de hace más de 2000 años, en un lugar remoto de un Imperio largamente destruido. 

No solo es lejano, sino que se puede convertir en algo tan repetitivo, tan rutinario, que deje de decirnos nada. Si no podemos “volvernos niños” (¿a que es muy diferente la Navidad cuando hay niños en casa que cuando no hay?), necesitaremos otras herramientas para prepararnos debidamente, es decir, para no des-esperar, sino tener esperanza.