Doce reflexiones del papa Francisco para emprender un viaje anual entre misericordia, perdón, amor, desapego de lo material…
1. Constructores de puentes y no de muros
En el año que empieza seamos hombres y mujeres constructores de
puentes. “Cada cristiano construya siempre puentes de diálogo con los
demás, no muros de rencor. El cristiano debe buscar siempre el camino
para escuchar, el camino de la reconciliación, con humildad y
mansedumbre, porque es lo que nos ha enseñado el Hijo de Dios”. 2. Aprender a conmovernos por el dolor de los demás en silencio pero transformando el sufrimiento en acción concreta…
Lejos de hipocresías en este nuevo año: “Sabed, hermanos, que los hipócritas no saben llorar, se han olvidado de cómo se llora, no piden el don de las lágrimas”.
“Cuando se hace algo bueno, casi instintivamente nace en nosotros el deseo de ser estimados y admirados por esta buena acción, para tener una satisfacción. Jesús nos invita a hacer estas obras sin ninguna ostentación, y a confiar únicamente en la recompensa del Padre.
3. La capacidad de avergonzarse y acusarse a sí mismo
La capacidad de avergonzarse y acusarse a sí mismo, sin descargar la culpa siempre en los demás para juzgarlos y condenarlos, es el primer paso en el camino de la vida cristiana que conduce a pedir al Señor el don de la misericordia.
4. Soñar para encontrar el amor…
En este año nuevo vivir la reciprocidad del amor y soñar el encuentro con ella o él. “Hombre y mujer son de la misma sustancia y son complementarios”.
5. En este año evitar el apego a las riquezas que llevan solo a la corrupción del corazón, de la mente, de nuestro negocio…
Es necesario hacer de modo que si se poseen riquezas estas sirvan al “bien común”. Porque la abundancia que se vive de manera egoísta es “triste”, quita “esperanza” y genera “todo tipo de corrupción”, grande o pequeña.
Así podemos tener el propósito en este año nuevo de salir del ‘apego a las riquezas’ que nos “hace creer que todo está bien” y nos quita el horizonte. “Y vivir sin horizonte es una vida estéril, vivir sin esperanza es una vida triste”.
6. La oración cotidiana por nuestra salud y por la de los seres queridos afectados por el mal
“La Iglesia invita a la oración continua por los propios seres queridos afectados por el mal. La oración por los enfermos no debe faltar nunca. Es más, debemos rezar aún más, tanto personalmente como en comunidad".
7. Fuertes y revolucionarios en la fe para superar divisiones e individualismo
El nuevo año es un espacio para emprender “la revolución” de la “alegría de la Evangelización”, que significa imitar el amor de Cristo que libera y da verdadera felicidad para superar las divisiones, los personalismos y el individualismo. Eso es evangelizar, esa es nuestra revolución –porque nuestra fe siempre es revolucionaria–, ese es nuestro más profundo y constante grito”.
8. Trabajo para dar dignidad a sí mismos y a la propia familia
“Se necesita fe y astucia. Que Dios nos conceda acoger su llamada con alegría y esperanza, en este momento difícil de nuestra historia, la llamada al trabajo para dar dignidad a sí mismos y a la propia familia”.
9. Soñar para no dejarte robar la esperanza
En este año las cosas pueden ser duras, pero la esperanza nos abre a nuevos caminos de creatividad, pasión, deseos de construir.“Cada uno a veces sueña cosas que nunca van a suceder, pero soñadas, deséalas, busca horizontes, ábrete a cosas grandes”.
10. Dios nunca abandona a quien confía en Él
«Feliz el hombre que confía en el Señor». Dios nunca abandona a quien confía en Él.
11. Para ser felices hay que incluir y crear armonía en nuestros hogares, puestos de trabajo, en suma en el cotidiano
Jesús nos pide incluir a todos con gestos concretos, porque como cristianos “no tenemos derecho” de excluir a los demás, juzgarlos y cerrarles las puertas.
También porque “la actitud de excluir” está en la raíz de todas las guerras, grandes o pequeñas.
12. Sentirnos amados para amar y perdonar
Un papá o una mamá que dice a su hijo: “No tengas miedo, estoy yo” y lo mima con una caricia, es la imagen de la condición privilegiada del hombre: pequeño, débil, pero tranquilizado, sostenido y perdonado por un Dios que está enamorado de él.
Y la regla de Oro que vale en cualquier mes del año: