22.12.25

Navidad

 


Ante el pesebre pedimos que cesen tantas formas de creciente violencia, causa de indecibles sufrimientos; que se apaguen tantos focos de tensión, que se consolide la voluntad de buscar soluciones pacíficas, respetuosas de las legítimas aspiraciones de los hombres y de los pueblos.


Niño de Belén, Profeta de paz, alienta las iniciativas de diálogo y de reconciliación,
apoya los esfuerzos de paz que aunque tímidos, pero llenos de esperanza, se están haciendo actualmente por un presente y un futuro más sereno para tantos hermanos y hermanas nuestros en el mundo.

¡Por doquier se ve la necesidad de paz! Tú, que eres el Príncipe de la verdadera paz, ayúdanos a comprender que la única vía para construirla es huir horrorizados del mal y buscar siempre y con valentía el bien.

¡Hombres de buena voluntad de todos los pueblos de la tierra, venid con confianza al pesebre del Salvador!

Llegad para encontraros con Aquél que viene para enseñarnos el camino de la verdad, de la paz y del amor.

S. Juan Pablo II



14.12.25

La Luz de Belén

La Luz de la Paz de Belén se encuentra ya en Asturias para ser repartida.

Los miembros de los Scouts católicos de nuestra diócesis fueron hasta Linz (Austria) para recoger la Luz de Belén que se repartió este domingo en la Catedral. La diócesis asturiana es la encargada de distribuir por todo el país esta luz que llega desde Belén. Un símbolo de pazesperanza y solidaridad que recorrerá hospitales, residencias, parroquias y centros educativos.

Este gesto simbólico, organizado por los scouts, tiene como objetivo compartir la esperanza y la luz que emanan del lugar donde nació Jesús.

A esta celebración acudió el grupo de Postcomunión de nuestra Parroquia, invitados por el grupo scout de Avilés.

 


28.11.25

Adviento

 


En Adviento, miremos a Jesús que aligera el corazón y nos sostiene en el camino.

Las angustias, los miedos y las ansiedades por la vida personal o por lo que ocurre en el mundo de hoy pesan «como piedras» y llevan al desánimo; las preocupaciones «agobian el corazón» y llevan a encerrarse en uno mismo. Pero haciendo espacio a Jesús es posible «redescubrir la esperanza», especialmente en el tiempo que nos prepara a la Navidad. Siempre hay una palabra de esperanza, como dijo Jesús a sus discípulos:  «Levantaos y alzad la cabeza, porque se acerca vuestra liberación»

La preocupación del Maestro es que sus corazones no se agobien y que esperen con vigilancia la venida del Hijo del hombre. La invitación de Jesús es ésta: levantar la cabeza y mantener el corazón ligero y despierto.
Mirar al cielo para comprender las cosas de la tierra

De hecho, muchos de los contemporáneos de Jesús, ante los «acontecimientos catastróficos que ven suceder a su alrededor -persecuciones, conflictos, catástrofes naturales- se sienten embargados por la angustia y piensan que se acerca el fin del mundo» y «sus corazones están agobiados por el miedo».

Jesús, sin embargo, pretende «liberarlos de las angustias actuales y de las falsas convicciones», indicándoles cómo estar «despiertos en el corazón», cómo leer los acontecimientos a partir del plan de Dios, que «obra la salvación» incluso dentro de «los acontecimientos más dramáticos de la historia». Por eso, explica, les sugiere «dirigirla mirada al Cielo para comprender las cosas de la tierra».
El amor de Dios que salva en todo momento

Todos nosotros, en tantos momentos de la vida, nos preguntamos: cómo hacer para tener un corazón “ligero”, despierto y libre. Un corazón que no se deja aplastar por la tristeza.


Jesús nos invita “a confiar en su amor que nos quiere salvar y que se hace cercano en cada situación de nuestra existencia, a hacerle espacio para volver a encontrar la esperanza” y añade:


Preguntémonos, pues: ¿está mi corazón agobiado por el miedo, las preocupaciones, las angustias por el futuro? ¿Sé mirar los acontecimientos cotidianos y las vicisitudes de la historia con los ojos de Dios, en la oración, con un horizonte más amplio? ¿O me dejo vencer por el abatimiento?

Que este tiempo de Adviento sea una ocasión preciosa para levantar la mirada hacia Él, que aligera el corazón y nos sostiene en el camino.


Francisco





21.11.25

Jesucristo, Rey del universo


 

Lucas describe con acentos trágicos la agonía de Jesús en medio de las burlas y bromas de quienes lo rodean. Nadie parece entender su entrega. Nadie ha captado su amor a los últimos. Nadie ha visto en su rostro la mirada compasiva de Dios al ser humano.


Desde una cierta distancia, las «autoridades» religiosas y el «pueblo» se burlan de Jesús haciendo «muecas»: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si es el Mesías». Los soldados de Pilato, al verlo sediento, le ofrecen un vino avinagrado, muy popular entre ellos, mientras se ríen de él: «Si tú eres rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Lo mismo le dice uno de los delincuentes, crucificado junto a él: «¿No eres el Mesías? Pues sálvate a ti mismo».

Hasta tres veces repite Lucas la burla: «Sálvate a ti mismo». ¿Qué «Mesías» puede ser este si no tiene poder para salvarse? ¿Qué clase de «Rey» puede ser? ¿Cómo va a salvar a su pueblo de la opresión de Roma si no puede escapar de los cuatro soldados que vigilan su agonía? ¿Cómo va a estar Dios de su parte si no interviene para liberarlo?

De pronto, en medio de tanta burla, una invocación: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Es el otro delincuente, que reconoce la inocencia de Jesús, confiesa su culpa y, lleno de confianza en el perdón de Dios, solo pide a Jesús que se acuerde él. Jesús le responde de inmediato: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Ahora están los dos agonizando, unidos en el desamparo y la impotencia. Pero hoy mismo estarán los dos juntos disfrutando de la vida del Padre.

¿Qué sería de nosotros si el Enviado de Dios buscara su propia salvación escapando de esa cruz que lo une para siempre a todos los crucificados de la historia? ¿Cómo podríamos creer en un Dios que nos dejara hundidos en nuestro pecado y en nuestra impotencia ante la muerte?

Hay quienes también hoy se burlan del Crucificado. No saben lo que hacen. No lo harían con Martin Luther King. Se están burlando del hombre más humano que ha dado la historia. ¿Cuál es la postura más digna ante ese Crucificado, encarnación suprema de la cercanía de Dios al sufrimiento del mundo, burlarnos de él o invocarlo?



José Antonio Pagola