En medio de la celebración del Sínodo, hoy tendrá lugar en el Vaticano
una ceremonia que ha despertado el interés mundial, la de la canonización del Papa
Pablo VI y la del mártir Oscar Romero. Estas dos destacadas figuras serán canonizadas junto a otras cinco en
una ceremonia diseñada para mostrar que la santidad se puede alcanzar en
todos los ámbitos de la vida.
Se espera que sea una ceremonia emotiva para Francisco, ya que ambos religiosos le influyeron mucho y en privado dijo a sus confidentes que quería canonizarlos durante su papado. Los dos representan el modelo de iglesia abierta y cercana a los pobres que quiere el Papa Francisco.
Pablo VI fue el Papa del diálogo y de la renovación conciliar; Romero se ha venido conociendo a lo largo y ancho del mundo por su testimonio de ofrenda y entrega de su vida por los pobres y excluidos de la sociedad.
Ciertamente que ambos han vivido de manera heroica las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad; así como otras virtudes cristianas y humanas. Pero quisiéramos destacar tres características que les son comunes a estos dos nuevos santos de la Iglesia: su preocupación por el ser humano, su fidelidad a la Iglesia en la fe y en el amor de Dios y su mística de la soledad.
Damos gracias a Dios, porque Francisco los reconoce como santos para toda la Iglesia. Es un reconocimiento a la acción del Espíritu Santo por medio de hombres frágiles que no se doblegaron y que supieron dar testimonio de fe, caridad y esperanza; de vida eclesial y de entrega a Cristo a favor de los hermanos. Damos gracias a Dios por San Pablo VI de la humanidad y por San Romero de América.